La unión entre la firma Louis Vuitton y la obsesión por los lunares de Kusama ha dado lugar a lo que podéis ver en la imagen sobre estas líneas y que se encuentra en los almacenes Selfridges de Londres. Los lunares de Kusama invaden desde las prendas de la colección que se presenta hasta todo lo que es la decoración de la tienda en si, yo diría que de un modo excesivo.
Por mucho que a uno le gusten los lunares rojos, verlos repetidos y superpuestos en el suelo, en las paredes, en los muebles, en la ropa y en los adornos cansa rápidamente, ni en el día grande de la Feria de Abril se ven tantos lunares juntos. Pero bueno, es una forma de llamar la atención sobre el cliente y de conseguir repercusión mediática presentando algo original y de un modo diferente.
Conste que si no fuese tan excesivo, porque con tanta repetición casi llega a marear, tiene detalles buenos y que me gustan, como las lámparas gigantes que cuelgan sobre las mesas de exhibición. Tampoco me parece mala idea que las paredes y el suelo lleven el mismo revestimiento, eso provoca una curiosa sensación de continuidad que puede quedar muy bien en ciertos espacios.
Pero el problema es ver todas estas ideas juntas y todas llenas de lunares. Estaría mejor si solo se hubiese revestido suelo y pared, pero no los muebles o al revés, claro que si así fuese también llamaría mucho menos la atención y tal vez no cumpliría tan bien su objetivo, así que cuidado si os pasáis por Selfridges y miráis estos escaparates nos os vayáis a marear.
Vía | Dezeen
Más información | Louis Vuitton y Selfridges
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